Las historias de amor no son nada sin la literatura y el cine. Y mucho menos sin la comedia. Las historias de amor terminan haciendo del amor un cliché; y esa es casi la única forma que tienen las mujeres de entenderlo. Los hombres, cegados, dan golpes en las paredes, agónicos y tristes. Todos terminan dedicando canciones. Blue Valentine devuelve la honra a la sinrazón del delirio.
Apague la radio. La felicidad de las cuarenta principales es odiosa y de mal gusto. Entre a la sala de cine y vea un viernes en la noche lo que no nunca ha querido ver. A la salida, haga una llamada.
Véala dos veces. Primero solo, y después acompañado de la persona que ama y una botella de tequila.
En la película Ryan Gosling hace del tipo que se enamora a primera a vista. Eso y lo que pasa dentro de un colisionador de hadrones es lo único que por estos días vale la pena ver en la Tierra.
No vea la película antes de la sesión de strip tease de rigor de su novia o amante. Mejor tómese una limonada.
Siempre hemos sabido el final, pero preferimos no aceptarlo: creemos que ella siempre estará ahí, como los vampiros; que la traición es cosa de gángsters; la tragedia, salidas de tono de la naturaleza enfurecida; la mentira, una pirueta de Oscar Wilde. Disfrútelo mientras dure, y en la habitación del futuro ámela como un animal.
El debutante Derek Cianfrance, con una economía de recursos encomiable, hace de esta película una sobrecogedora experiencia: Michelle Williams y Ryan Gosling, quienes convivieron algún tiempo juntos en aras de la naturalidad, hicieron de la improvisación, una oda a la simplicidad y la emotividad; la banda sonora firmada por Grizzly Bear es pulcra y expresiva; los flash backs narrativos no llenan vacíos, los crean. Toda una lección de cine y de alquimia que vale la pena tomar en estos turbulentos días de miseria y paroxismo inútil.
La escena en que Cindy baila tap mientras Dean interpreta con una mandolina You and Me, de Penny and the Quarters es sencillamente sublime. Intente lograr algo parecido con su propia vida. Conviértase en un autor.
El director no se rinde a las extravagancias dramáticas propias de la nostalgia. El director es un cisne psicótico que nos guiña un ojo.
No importa el spoiler, porque las historias de amor no están hechas para tener un final feliz. Están hechas para ser cantadas por Tom Waits. Para hacer del cine un espejo.
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¡Gracias por llevarme a verla!
¡Que manera de escribir!
Qué divinas sus instrucciones Sr. Casablanca. Yo vi esta peli cuando salió y quedé fascinada. Ahora más.
Atentamente,
Domínico-neoyorkina en Madrid...
Que buena entrada, y que triste que el Kamikaze ya haya cumplido su misión. Vuelve! vuelve!