Instrucciones marginales: saluda al diablo de mi parte
Publicado por
jack casablanca
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9/11/2011 09:42:00 p. m.
Vea Duro de matar. Tal vez de ahí no venga todo, pero parece.
Esta es una película demente, descabellada. No se sabe bien si al estilo Artaud junto a una máquina de escribir o viejito que recita el apocalipsis dentro del baño de un sanatorio. En ambos casos recuerde que la solución está en un fagot amarillo que suena próvido a media noche.
Empezando por el título, todo rezuma a thriller hollywoodense de bajo presupuesto. Y eso no está mal, lo molesto es el oportunismo o la insana tendencia a hacer crítica social con lo que es a secas una película de bala. Un esquema narrativo fundado en el deseo de venganza sin ambages morales ni constreñimientos realistas es entorpecido con reflexiones apuradas sobre el proceso de Justicia y Paz y lo bien que les cae a exguerrilleros de telenovela. Contrario a la pareja a mi lado en el cine que se salió porque creían que era una película de terror, aproveche el caos, e imagínese a Carolina Gómez en otra posición.
Vea Heat. Tal vez de ahí no venga todo, pero parece.
Sí. Buenas actuaciones y poderosa fotografía; también diálogos acartonados y giros forzados. La música es del tipo que hizo la del Caballero de la Noche, según un periodista muy orgulloso de su ciudad. Y aunque, igual que Al final del espectro, son explícitos los homenajes y remedos, es de agradecer la audacia antiacadémica del director que se deja llevar por el vértigo espiritual de planos muy cerrados y la crudeza anatómica del último Cronenberg. Haga cuentas y descubrirá que la genialidad está un paso más acá de la locura si gira por la izquierda y más allá de la sabiduría si cae de repente como araña. O al contrario.
Cuelgue la película de cabeza, o métala en un horno. Ábrala por la mitad con un cuchillo, véala en cine y después compre el dvd. Déjela a media asta en el desierto. Pronto se olvidará de ella y seguiremos esperando la película colombiana que nos llevará a la tierra prometida. ¿Por qué? Porque esta sencillamente no dice nada del Mal que hemos producido.
Crecimos con películas de policías, ninjas y vaqueros. Los buenos se llamaban John o Jack. Protegían a las damas, se las tiraban (aunque no se viera) y no cobraban. Alguna vez quisimos estar en el mismo cuarto con Kim Basinger y no pegarle, desafiar el visor rojo del depredador. Pero estamos ya un poco grandes. No caiga en la falacia de creer que nuestras películas mejoran mientras más se parezcan al cine comercial americano.
Vea Comando. Tal vez de ahí no venga todo, pero parece.
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