
"Plagiarse a uno mismo es estilo." Alfred Hitchcock
Cerró sus ojos, dejó ir su cuerpo y quiso ser otro solamente por cinco minutos, luego despertó. Desesperado se obsesionó con las relaciones dobles y le regaló a la historia un universo de patologías que se debaten desde entonces entre el complemento y la falsedad, la compañía y la ingratitud, a eso se le llamó las relaciones dobles.
Desde los inicios de la historia el cine ha sido una cadena de relaciones dobles, algunas veces tan perfectas como el chuzón de una aguja y otras veces tan desordenadas como el rasguño que deja un gato furioso tras saltar del tejado sobre los brazos de su amo.
Esta historia de complementos y falsedades comenzó en los Hermanos Lumière y, como si fuera una costumbre instaurada o una herencia omnipresente que se balancea por el tiempo, la pantalla grande adoptó la figura de la hermandad, teniendo hoy día y por lo largo de la historia una considerable lista de hermanos que han aunado sus similitudes y diferencias en el mundo cinematográfico.
Entre los hermanos pasan muchas cosas, hay algunos que se sienten y dejan erizar su piel a la distancia en pro de la defensa de aquel fenómeno llamado telepatía, existen otros que se odian e incluso se han cometido crímenes por amores obsesivos entre hermanos insaciables.
No se puede juzgar qué clase de amor sentían los Lumière; pero, si puede darse fe de que por un amor al descubrir, que se transfiguraría en la historia como un amor por el crear, en Francia, siendo el año 1895, un par de hermanos le regalaron al mundo el fenómeno del séptimo arte. La primera película rodada fue La sortie des usines Lumière (la salida de la fábrica Lumière) el 19 de marzo de 1895.
Louis Jean y Auguste Marie Lumière (1862-1954), hijos de un pintor retratista convertido en fotógrafo, inventaron el cinematógrafo, basándose en el kinetoscopio de Tomás A. Edison. El 28 de diciembre de 1895, esta hermandad, presentó ante la sociedad francesa la primera proyección cinematográfica pública en el Grand Café des Capucines de París. El éxito fue tan arrollador como la escena de La llegada del tren a la estación (L’arrivée d’um train en gare), continuidad perfecta que se establecería con un legado que incluye títulos tan importantes para la historia del cine como La crianza de un niño (Le repas du bebé) y El regador regado (L’arroseur arrosé).
En 1995, 40 directores internacionales reavivaron el fuego de la hermandad Lumière. Estos recibieron para el mundo el reto de filmar un corto utilizando la cámara original de ambos hermanos, trabajando en las mismas condiciones que estos lo hicieron en 1895. Las reglas para Lumière y compañía fueron: la película no podía durar más de 52 segundos, no estaba permitido utilizar sonidos sincronizados y el número máximo de tomas no debería de exceder las tres.
Los pactos entre hermanos se han seguido configurando desde entonces y a lo largo de la historia, ya sea como un gemelo angelical o demoniaco, directores, actores y guionistas, han encontrado dentro de sus hermanos la némesis de la imaginación.
Un caso que entre risas y llantos es histórico dentro del cine es el de los Hermanos Marx, ya fueran tres, cuatro o cinco, estos cómicos estadounidenses le recordaron al cine y a la historia de la humanidad, por una vez más, la importancia de la mítica acción de reír. Leonard (Chico), Adolph (Harpo), Julius (Groucho), Milton (Gummo), y Herbert (Zeppo) iniciaron su recorrido por el cine con el film The Cocoanuts (1929), dado a conocer en español como Los cuatro cocos y llevado a las pantallas por Paramount.

Estos cinco hermanos (se conocen más como cuarteto) se caracterizaban por su talento musical venido de una tradición artística que, entre canciones, comenzó a adoptar la forma de pequeños números cómicos. En sus inicios fueron conocidos como “Los cuatro hermanos Marx”, desarrollando un estilo único que los llevaría en 1920 a ser el grupo favorito del teatro norteamericano. Con el talento que se necesita para hacer reír, entre el humor negro y la sutiliza, realizaron agudas sátiras a la alta sociedad norteamericana y a la hipocresía humana. La segunda película, también rodada por Paramount, fue Animal Crackers (1930), luego vinieron largometrajes de la talla de Monkey Business (1931), Plumas de caballo (1932) y Sopa de ganso (1933), dirigida por Leo McCarey y considerada una de las 100 películas más importante por el Instituto Americano del Cine.
Tras el éxito de Sopa de ganso, Zeppo, uno de los hermanos Marx, se retiró de los escenarios, época en la que inició un nuevo futuro de los tres hermanos Marx trabajando con la Metro Goldwyn Mayer, entre los films rodados en la MGM se cuentan Una tarde en el circo (1939), Los hermanos Marx en el Oeste (1940) y Tienda de locos (1941). No se conoce de actuaciones en el cine de los cinco hermanos juntos.
Con un humor diferente que se caracteriza por la sequedad y la ironía fina, pero igual de geniales, Joel y Ethan Coen, también conocidos como Roderick Jaynes, seudónimo que usan los hermanos Coen para algunos de los montajes de sus películas, han retomado para nuestros días la hermandad del cine. Estos directores estadounidenses han sido merecedores del Premio Oscar durante cuatro ocasiones, trabajando géneros tan diversos como la comedia (Arizona Baby y El gran salto), el cine negro (Muerte entre flores y El hombre que nunca estuvo) y la mezcla de ambos géneros (Fargo, El gran Lebowski y Barton Fink).

A los Coen se les conoce en el mundo cinematográfico con el apodo de “el director bicéfalo” (the two-headed director). En los créditos es frecuente que Joel aparezca como director y Ethan como productor. Este dúo se ha convertido en una de las máximas representaciones del cine independiente norteamericano.
Los Cohen son un baúl de doble capacidad cargado de éxitos, con Fargo fueron merecedores del Oscar al mejor guión original, estableciendo un estilo impecable dentro de sus diálogos, cargado de ingenio, agudeza y críticas descifrables e indescifrables.
Algunos aspectos fundamentales dentro de la filmografía de Roderick Jaynes son el dinero, un ejemplo concreto es la trama de No Country for Old Men que gira en torno al dinero. Así mismo son aspectos relevantes dentro de sus recursos estilísticos, la violencia, los ambientes en blanco y en negro, la sordidez y en algunos casos un halo indescifrable de desesperanza.
Sus otros tres premios Oscar fueron merecidos por No Country for Old Men, adaptación de la novela con el mismo nombre del escritor Cormac McCarthy, en la que fueron ganadores de los galardones a mejor película, mejor dirección y mejor guión adaptado.
Por último, dentro de una lista que tal vez no pueda llenarse a cabalidad a raíz del admirable desconocimiento, vale la pena mencionar algunos de los trabajos de los hermanos Wachowski, entre estos pueden mencionarse la ya histórica The Matrix (en sus cuatro versiones) y la producción de V de Vendetta (2006).
Sería necedad, tras el reto asumido de hablar sobre el cine entre hermanos, ahondar más en el excitante trabajo de los hermanos Nolan, remolinos de las taquillas, caballeros de la obsesión y la oscuridad.
Otros casos notables de la hermandad y el cine son los hermanos Farrelly, los Pang, los Baldwin, los Bichir, los Tarviani, los McMullen y los hermanos Trueba. También vale la pena mencionar a las mexicanas Novaro y a familias enteras que han establecido hermandades, caso concreto el del clan Arquette. Es muy seguro que olvide y desconozca varias de las hermandades.
Otros menos afortunados por la naturaleza, han creado, a raíz de su soledad o de la necesidad de tener un doble o una alma gemela, gemelos famosos desmitificados por la historia. Los hermanos Kaufman son el caso más conocido, mito o mentira convertida en realidad, Charlie Kaufman, inventó un hermano gemelo para la película Adaptation (2002), incluyéndose en el argumento en una versión bastante ficticia de sí mismo.
Realidad, necesidad o desesperanza, el cine es una paradoja de relaciones dobles en 35 mm, la sutiliza de multiplicar la creación o de hacerla aparecer frente a una pantalla gigante… ¿qué dirán los dobles cinematográficos sobre esto?
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