
Cisne Negro es una película barata. Costó solamente quince millones de dólares y la dirigió Darren Aronofsky. Después de verla, recuerde que al menos observó a Natalie Portman masturbarse, para que no se sienta del todo estafado.
Aronofsky da pruebas incontestables de su ineptitud. Es reaccionario, predecible e intelectualmente muy limitado. Su prepotencia es directamente proporcional a su falta de templanza artística. Si lo ve en un arca con Gaspar Noé tenga cuidado, alguien-algo quiere hacernos caer por segunda vez en la misma trampa: maniqueísmo, soberbia, arquetipos, despliegue visual, vacío. En vez del pterodáctilo, mucho vacío.
La historia del cisne negro es literal, entre el devaneo esquizofrénico o sobrenatural simplemente sobrarían las explicaciones. La transformación que sufre el personaje principal se refleja en el exterior en correspondencia con un estado anímico interno esquematizado histriónicamente por la actriz Natalie Portman que hace lo que puede con un personaje desabrido en el que se confunde, equivocadamente, la inocencia y la timidez con el infantilismo, o la naturaleza del mal con la transgresión a la ley. Vea La Mosca, de Cronenberg, o lea La Metamorfosis, de Kafka si quiere encontrar un atisbo de arte bajo la premisa de lo monstruoso que todos podemos llevar adentro. Y afuera.
El director no deja ver. Infinidad de primeros planos y el constante seguimiento de la cámara al personaje principal prueba una total carencia de escrúpulos, acata el juego de las subjetividades dejando poco para el contraste realista, por lo que se pierde cierto respeto por la intimidad del personaje (todo está cantado desde el principio). En alguna parte leyó que así se hace un thriller psicológico y, ante la ausencia de un mínimo de imaginación, no se complicó. También en alguna parte leyó lo del desdoblamiento y el juego de espejos. Vea esta película en 1972 y tal vez le encuentre algo de gracia.
Si el director quiere asustar al espectador con manipuladoras y enfáticas acentuaciones musicales a modo del que se esconde detrás de la puerta y hace ¡Bú!, una sustancia borrosa y triste debe aparecer en su encefalograma. No le siga el juego y esté atento a las predecibles sacudidas de la “inquietante” banda sonora. Así experimentará aquello que llaman en cualquier granja de Dakota Lo Insustancial.
Disponga 307 caballos muertos a la entrada de una iglesia gótica, rocíelos con una potente luz blanca, siéntese al frente en una silla rimax amarilla a pensar intensamente en su madre o en una lluvia de meteoritos, espere a ver qué pasa. La incoherencia o ingravidez puede ser exquisitamente planificada.
Darren Aronofsky es un sofisticado artesano, como un buen carpintero o como el señor que le hace los huequitos a los saleros. Seguro que de vez en cuando se le ocurren buenas ideas. Vea Robocop de nuevo y siéntase aliviado. En algún momento el director neoyorquino pensó en hacerle un remake.
De nuevo: no se suba al arca. Quédese afuera, saque una sombrilla y lea a Lovecraft. La atmosfera nunca le será hostil.
Un esnob (españolización del anglicismo snob) es una persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta para aparentar ser igual que ellos. Su plural es «esnobs». Deseosos de pertenecer a la élite, los esnobs tienden a reproducir el comportamiento de una clase social o intelectual a la que consideran superior. Muchas veces imitan las características de esta clase, ya sea en el lenguaje, los gustos, las modas y/ o estilos de vida. Al mismo tiempo tratan con desprecio a los que consideran inferiores.
¿Cómo no recibí la iluminación, el destello del cometa que por unos cuantos segundos me permitiría percibir el detalle insignificante que poblaría mi cerebro; cómo me descuide dejando que me manipulase un ser de condición inferior como Darren, qué extraña deidad puso grilletes a mi lucidez y confundió asco con disfrute, que infantil curiosidad me llevo a someter a las vejaciones de tan deplorable proyección a la amiga que me acompaño durante tan engañoso espectáculo?
Pero tenia que suceder, después de digerir la complacencia de los inferiores, solo usted Mr. Whitehouse liberaría mi caduca comprensión y me permitiría compartir las mieles de la verdadera mirada, de la mirada absoluta, esa mirada que solo unos cuantos y usted poseen. Porque sin caer en exageraciones nadie tan dueño del dominio del lenguaje escrito estaba destinado a sacarnos de ese asqueroso lugar en donde siempre descuidamos esas minucias que nos convierten en corderos sin voluntad. Solo usted que parece estar predestinado a ser la espada del augurio para ver más allá de lo evidente, solo un profesional de tan finos modos y percepción visionaria podría acercarnos al Valhalla en donde fortificados ante tanto titiritero infernal hallaríamos la respuesta para alcanzar la verdadera pureza.
¡THANKS JACKIE WHITEHOUSE!
¡Ver más allá de lo evidente! Aronofsky, junto con Noé, Howard, Bay, son el tipo de directores que bajo una falsa postura de libertinaje de avanzada en términos morales y visuales, nos intentan mostrar una forma, monolítica y mecanicista, de acceder al mundo. Su corrección y aparente heterodoxia no son más que balbuceos que intentan dar cuenta de un entramado institucional de dominio. No son inocentes. Son tan responsables como un pedagogo o un político, y por eso los desprecio. Asumo mi posición, como el Sr. Blood lo hace al rebajar un nombre que es un simple seudónimo (tergiversación incesante de una identidad) con el cual se construye un artilugio retórico, una trama (él no se da cuenta qué tan conservador es, según el dolor que demuestra por ver vilependiada una película que disfrutó). Ellos, productores, directores de cine, hacen lo mismo al movilizar la dinámica de los mercados a través de los medios de comunicación. Yo cuento con un blog. Y una técnica discursiva. No puedo dejar de considerar elegir a Kim Ki Duk en vez de Aronofsky como parte de una estrategia política, que redunda a su vez en una elección estética. Hacer lo contrario sería como aceptar a Berlusconi como un representante de la individualidad y la libertad en vez de considerarlo simplemente como un corrupto y un idiota moral.
¡Tiene toda la razón Mr. Whitehouse!
El cine solo es una herramienta politica.