
Como diría alguien que presenta algo en televisión después de haber estudiado cinco años de comunicación social: “vaya a cine y disfrute una de las mayores experiencias cinematográficas del año”.
Como bien lo indica el título, usted verá una película sobre un tipo que está dentro de una caja enterrada en un desierto de Irak. Si le interesa saber lo que puede pasar en noventa minutos, métase en una.
Si usted es de los que dicen ja ja ja en facebook para dar a entender que se está riendo, esta película lo decepcionará, no hay nadie parecido a Jack Bauer corriendo contra el tiempo ni sorpresa final al estilo “mi mejor amigo está muerto y es un fantasma”.
Utilice esta película en una charla motivacional con los compañeros de oficina, pues está ante una de las escasas películas en que todo el mundo hace bien su trabajo: el guionista, el escenógrafo, el director de fotografía, el compositor, el camarógrafo (creo que es una máquina), el editor y director. También funciona como muestra representativa de los estrepitosos intentos de superación personal.
El mayor mérito de la película es mostrar en los noventa minutos de duración a un camionero enterrado en una caja mientras se habla de los asuntos realmente importantes: vulnerabilidad de los servicios gubernamentales de inteligencia, deshumanización corporativa, trivialización de los medios de comunicación, fanatismo político y religioso. Fíjese bien en el nombre del médico que presuntamente rescataron los militares americanos escrito por el protagonista en la tapa de la caja. En algún lugar del mundo hay un desierto lleno de personas enterradas vivas. Y no es poesía.
El guionista, obediente de las reglas del thriller, o inseguro de lo que estaba haciendo, introdujo un par de escenas innecesarias, por excesivas. Póngase en el lugar del personaje, es muy estresante encontrarse con una serpiente en la misma caja donde se está enterrado.
Compárela con Life Boat de Hitchcock, o con el capítulo de CSI filmada por Tarantino, y se dará cuenta de que no hay punto de comparación.
Buried es una historia al estilo de E.A. Poe que solo es posible en nuestro tiempo: avanzado desarrollo de las tecnologías de las comunicaciones, y recursividad formal y semiológica en el empleo de los mecanismos de eliminación humana. Lea mucha literatura de americanos borrachos y aprenderá de cine exactamente lo que necesita saber.
Después de ver Buried, vea Greed de Erich Von Stroheim y haga cuentas, cada 86 años aparece una película que presenta un final excepcionalmente esclarecedor del espíritu de nuestro tiempo.
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